sábado, 17 de noviembre de 2012

La última cena

Viernes, 16 de noviembre. Por fin llegó el día. Los Míticos celebraran su primera temporada juntos y querían darse un homenaje por el gran inicio de temporada.
Muchas controversias por el menú de la cena, el horario, la vestimenta, etc, pero finalmente la cena tuvo lugar en nuestro gran bar (y para algunos segunda casa) Segovia II. Ángel y Santi esperaban deseosos nuestra llegada y nuestros talegos.
La hora de comienzo eran las 11, pero antes de cada gran partido deber haber un calentamiento, que ésta vez tuvo lugar en el local del Cebollino. Antes, el Ruben se pasó por la Peña los Conejos para tomarse un Recoletos, con tan mala suerte que la botella se derramó en sus pantalones dejándolos rojos de arriba abajo. No le importó. Es un todoterreno y supo sobreponerse a las circunstancias del partido.
Los Míticos aprovecharon las horas previas para acicalarse como es debido: Pery exprimió 2 limones para que su peinado le aguantara toda la noche; Karetas limpió sus gafillas empañadas por los nervios previos; Ruben y Kampi se compraron la misma camisa en un claro ejemplo de lo que es el 2x1 por ser tates; Juanjo dejó las botas de acampar con las que cabalga a Lucero y se puso los zapatones de noche; Sesé aprovechó para refrescar su aliento con licor del polo y Vitol decidió ésta vez dejar los tirantes en casa.
La hora de la cena se acercaba y los Míticos iban llegando al local poco a poco, aderezando la espera con unos buenos litros fríos. Otros no llegaron al calentamiento, como Taker que llegó directamente al Segovia porque tuvo que esperar a que la Tía Elisa y el Tío Juan terminaran de cenar para, después de sacudir las migas, colocarse el mantel a modo de camisa. Todo un truán.
Eran las 11 y la familia estaba sentada en la mesa esperando a los 3 Carrascaleños que venían de entrenar. Abel fue el primero en llegar, ya que como dice Ruby “ no tarda nada en peinarse ese pelo de moro”. El siguiente fue Rober, que llegó a las 11:15 alegando problemas con su flequillo. Mentira podrida, ya que ese flequillo no se altera ni con la gasolina. La gente se impacientaba porque Ruby tardaba demasiado, su mamá y Ñengo intentaban atusarle bien el pelo y colocarle como es debido el fular. Mientras, para amenizar la espera, Karetas y Vitol nos alegraban con sus chascarrillos y la gente reía a borbotones.
Por fin llegó Westy y se dio el visto bueno a que pasara la cena. Ángel y Santi salieron a toda prisa de la barra para servirnos. Las raciones duraron lo que un bocadillo en la mesita de noche de Kampi. Acto seguido, salieron los chuletones, unos buenos morlacos llenos de proteína que nos darían la fuerza que necesitábamos para pasar la dura noche. Para que os hagáis una idea del tamaño del entrecot, a Manuelín solo le cabía en su moflete un cuarto de dicho filete.
La cena estuvo espectacular, prueba de ello fue que Juanjo (gran Crítico de todo lo que se mueve) solo se quejó de que las patatas estaban “poco hechas”. Por lo demás, fetén.
Finalizada la cena, nos apresuramos a pagar, echarnos la foto de rigor con la familia, comprar los últimos flecos del botellón y dirigirnos a Atocha para beber una horita. Coke aprovechó la coyuntura para meter las sobras de la cena en un tupper y llevárselo a su polvera para pasar la semana. Luego se cantó una de Bustamante.

El botellón estuvo lleno de chascarrillos y risas varias. Cebo intentó cazar un gamusino con la colilla de su cigarro y Vity, como buen defensor, se lanzó a despejarlo con la cabeza. No tuvimos que lamentar nada grave. También sucedió uno de los momentos claves de la noche: la llegada de nuestro delegado el Gran Cesar Brugi, el cuál en agradecimiento con su amigo Felipe por llevarle a Atocha, le obsequió con el último botón de su camisa. Las malas lenguas dicen que el botón le dijo a Kampi textualmente: “hasta aquí hemos llegado amigo”.
Una vez llegamos a Faena, y tras unos rifis-rafes con los porteros para poder entrar (solucionados por la verborrea de Taker y el flequillo de Rober) por fin llegamos a nuestro sitio. De ésta parte poco podemos contar porque entre todos nos alcanzamos a enlazar dos frases de lo que pasó. De lo que estamos seguros es de que fue el momento de Davile y Sese, que se mueven en estos ambientes como peces en el agua. Davile con su uniforme de caza, no se le vio en toda la noche, y Sese, tras varios balbuceos con la camarera, por fin consiguió que le sirviera la “última copa”. Todo esto mientras la gente le robaba sudor a la frente de Garci y se lo restregaba a los compañeros de mala manera. Poco más, salvo unos grandes movimientos de Reggea de Ruby Westy y Kinta, que no hicieron prisioneros.
A la salida los Míticos corrían para asegurarse plaza en los coches como aguilillas. En Renfe volvieron unos pocos valientes, entre ellos el gran Kampi que volvió a hacer su show del “murciélago” en el vagón, desafiando las leyes de la gravedad. También desayunamos Kikos de máquina, un desayuno continental.
Una vez llegados a Leganés, se cuenta en los mentideros que algún que otro mítico terminó la fiesta “por su cuenta”, pero de eso otro día hablaremos.
Un placer compartir momentos con toda esta muchachada. Os quiero.

Posdata: Tras mucho esperar en la cacería, Taker finalmente mató al mal gusto.

Abel Cerezo

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